El concepto de packaging se refiere a la preparación de productos para su almacenaje y distribución. En términos de marketing, podemos confirmar que las empresas lo utilizan como método de atracción para conseguir nuevos clientes.
Hasta hace unos años, el packaging se utilizaba única y exclusivamente para proteger los productos a la hora de distribuirlos. A día de hoy, y ya desde hace un par de años, tiene una nueva función: convertirse en la primera imagen de la marca. Hablamos, de una carta de presentación. Los materiales con los que se elabore y la información de marca, serán claves.
Debemos tener en cuenta, por lo tanto, que el packaging, tendrá una función funcional (proteger el producto para su transporte, manipulación y finalmente, para su venta); y por otro lado, una función comunicacional: es una herramienta de comunicación visual.
Si un cliente se encuentra en dudas sobre dos artículos similares, el packaging puede llegar a ser lo que marque la diferencia y lo que finalmente ayude a conseguir la venta.
La personalización de estos productos, además, serán importantes para la marca. La mayoría incluyen: logo, descripción y una imagen clave que representa el producto. A través de esos tres elementos, se va a reflejar la imagen de marca. Si el packaging es útil, este podrá tener una segunda vida. Con esto me refiero a que los clientes podrán usarlo en su día a día y así harán visible la marca.
En la actualidad, una de las tendencias hace referencia a la sostenibilidad de los envoltorios. La mentalidad ecológica se centra en reducir, reciclar y reutilizar materiales todas las veces que sea posible.
Y ahora plantéate… Si hoy en día todo está en internet, ¿tus clientes lo comparten? ¡Creatividad!
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